En toda conducta humana se establece un límite entre lo que está bien y lo que no. En muchos casos, marcar esa frontera no es fácil, ya que intervienen aspectos ajenos a nosotros mismos, como pueden ser el país en el que hayamos nacido, la religión que practiquemos, etc.
De todos nuestros comportamientos, quizá sea en la sexualidad donde es más difícil diferenciar lo que es normal de lo que se considera patológico y digno de estudio o tratamiento. Y ello porque entra en juego la libertad individual, el acuerdo entre dos personas a la hora de practicar sexo y el convencimiento generalizado de que todo es válido en la intimidad.
Sin embargo, hay ciertos trastornos sexuales con origen psicológico o fisiológico, en los que no podemos hablar de bien ni mal, que afectan gravemente las relaciones y necesitan tratamiento.
Tipos de enfermedades de trastornos sexuales
Los expertos hablan de tres grupos en lo tocante a enfermedades de trastornos sexuales: las parafilias, los trastornos de identidad sexual y las disfunciones sexuales.
Quizá sean las parafilias las que más fácilmente relacionamos con una seria patología, ya que no las consideramos relaciones sexuales normales. En la mayoría de los casos implican una imposibilidad de llevar a cabo una sexualidad dentro de la afectividad. Pueden tener distintas manifestaciones, que más o menos todos conocemos:
Masoquismo, sadismo, pedofilia, froteurismo, exhibicionismo, fetichismo, travestismo fetichista, voyeurismo… ¿Quién no ha oído hablar de uno o varios de estos comportamientos sexuales? Algunos se nos antojan menos graves que otros, dependiendo de si incluyen solo a la persona que los lleva a cabo o si obligan a otros a participar contra su voluntad. Haga clic en el siguiente enlace para visitar farmaciauna.com. De entre estos últimos, el más aberrante parece ser la pedofilia, aunque el sadismo puede llegar a límites de gran violencia.
En cuanto a los trastornos de identidad sexual, la mayoría empiezan a temprana edad, cuando el niño o la niña se da cuenta de que no se identifica con su sexo y desea, tanto física como socialmente, vivir como un miembro del otro sexo.
Disfunciones sexuales: Definición, importancia y factores que las provocan
Aunque no nos hayamos parado a pensarlo, en toda relación sexual se supone la existencia de cuatro fases:
- Excitación (fantasías y ganas de tener actividad sexual)
- Meseta (sensación de placer, acompañada de cambios fisiológicos)
- Orgasmo (punto culminante, eyaculación en el hombre y contracciones de la pared vaginal en la mujer)
- Resolución (relajación y sensación de bienestar)
Por diversas causas, de índole físico o psicológico, es posible que no se pueda disfrutar de una o varias de estas fases. Estos trastornos son lo que conocemos como disfunciones sexuales.
Su importancia varía desde la incapacidad para mantener relaciones, hasta la angustia y la ansiedad, pasando por la insatisfacción o serios problemas con la pareja.
Hay muchos factores detrás de estos trastornos. Algunos son anteriores al momento de iniciarse las relaciones sexuales (falta de información, educación recibida, inseguridad, miedos, etc.) o surgen a raíz de las mismas y otros pueden hacer referencia a enfermedades o lesiones que impiden un correcto desenvolvimiento de las prácticas sexuales (también al uso abusivo de fármacos, alcohol o drogas).
Disfunciones sexuales según la fase afectada
Por si no nos ha quedado claro a qué nos referimos al hablar de disfunciones sexuales, podemos profundizar un poco más relacionando dichos trastornos con la fase de la relación sexual en que se dan:
Si hablamos de la fase inicial de excitación, puede ocurrir que no haya deseo o que este sea bajo. En algunos casos, se puede llegar incluso a sentir aversión hacia el sexo.
En la fase de meseta, encontramos trastornos de excitación sexual en la mujer y problemas de erección en el hombre.
Ya en el orgasmo, hablamos de eyaculación precoz en el hombre y de anorgasmia en la mujer.
Y en la fase de resolución, puede aparecer angustia o tristeza sin causa aparente.
Hay, además, otro tipo de disfunciones que se relacionan con el dolor y que normalmente aparecen en el género femenino.
Disfunciones sexuales en la mujer: Tipos y causas
Las disfunciones sexuales en la mujer más frecuentes son el deseo sexual hipoactivo, la anorgasmia y las relacionadas con dolor: la dispareunia y el vaginismo (dolor persistente durante el acto en un caso y cierre de las paredes vaginales, en otro).
La edad y el contexto de vida pueden ejercer mucha influencia en el estado de ánimo de una mujer, llevándola a no desear mantener relaciones sexuales. Diversas causas de orden psicológico pueden incluso llevarle a la aversión.
El diagnóstico de un problema físico o emocional es muy importante para hallar soluciones.
Conclusión sobre los trastornos sexuales que afectan a hombres y mujeres
La felicidad del ser humano pasa en gran medida por unas relaciones sexuales satisfactorias, por lo que hay que prestar especial atención a estos trastornos, ya sean debidos a causas psicológicas (las más frecuentes), médicas o consumo de productos tóxicos. ¡La comunicación es clave para ello!